Entrevista Paradigma Libros, 2011

Publicada en el blog Paradigma Libros con el título Yo también leí un thriller filosófico-sexual, 2011.

¿Qué libros leíste últimamente? ¿Cuál o cuáles le recomendarías a nuestros lectores?
Estos son algunos de los libros que leí en el 2011. Son todos muy recomendables.
  1. Los amores difíciles, Italo Calvino, Siruela.
  2. La obra maestra desconocida, Honoré de Balzac, Ed. de la Cueva.
  3. Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino (relectura).
  4. Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco, Ed. Era. (relectura).
  5. Mundo escrito y mundo no escrito, Ítalo Calvino, Siruela.
  6. Mao, Michael Lynch, Vergara.
  7. El protector, Henry James, Funambulista.
  8. Historia de mi vida, Giacomo Casanova, Atalanta.
  9. El mensajero (The Go-Between), L. P. Hartley, Pre-Textos.
  10.  El caballero que cayó al mar, H.C. Lewis, La Bestia Equilátera.
  11.  El diario de la arena, Hugo Burel, Alfaguara.
  12.  Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, Alice Munro, RBA.
  13.  Bellas artes, Luis Sagasti, Eterna Cadencia.
Si tuvieses que elegir cinco libros que te hayan marcado en tu vida personal y  profesional ¿Cuáles serían?
Ficciones, de Jorge Luis Borges; La lección del maestro, de Henry James; El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell; Doktor Faustus, de Thomas Mann; Historia de mi vida, de Giacomo Casanova.

¿Cuál dirías que es el lector “tipo” de Guillermo Martinez? o ¿En qué tipo de lector pensás al escribir?
Quizá sean lectores con cierta afinidad con las ciencias exactas, o con el relato policial, o con las novelas de “ideas”. Un crítico dijo una vez de mi primera novela, Acerca de Roderer, que era un “thriller filosófico”. Me gustó mucho esa definición, creo que esa es la clase de novela que intento: que siempre, y más allá del género, haya un elemento teórico y otro de suspenso. Pero mientras escribo no pienso en ninguna clase de lector, sino sólo en resolver los problemas concretos que presenta por sí mismo el texto. Escribir es descubrir y poner en claro para uno mismo qué es lo que había en las premoniciones iniciales, y qué queda, en lo secuencial del texto escrito, de aquello que uno vio por primera vez en fragmentos de imágenes y voces, como en un estado de ensueño.

Muchos autores cuentan que a veces no se reconocen a ellos mismos en lo que escriben, como si lo inconsciente se volcara sin filtro en el papel. ¿Te pasa esto? ¿Te pasó en tu última novela, sobre todo con el tema de la sexualidad?
A veces, cuando releo con la distancia de los años alguno de mis libros, tengo una sensación de extrañeza, y sorpresas de toda clase, como si nunca me hubiera pasado las horas que pasé en cada línea. Al terminar cada novela, casi podría recitarla de tantas veces que la releo. Pero unos años después, todo se desvanece. Mi última novela todavía está muy cercana, no puedo leerla como si fuera alguien ajeno. Pero al escribir ficción uno muchas veces imposta, casi por diversión, a otros personajes. Por ejemplo, el narrador en primera persona de La muerte lenta de Luciana B. estaba en las antípodas de lo que son mis ideas sobre literatura. En el caso de Yo también tuve una novia bisexual no tuve nunca la clase de arrebato o de dictado imperioso que se asocia con el inconsciente, estaba demasiado ocupado en elegir y balancear las palabras, y en luchar contra lo puramente anatómico en ese desfiladero difícil que es el relato erótico. 

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