Entrevista en De cerca nadie es normal, Al Aire Radio Bar, julio 2015

Un cadáver exigente (terminado), El País, España

Publicado en El País, junio, 2015.

El pasado lunes, el autor argentino Guillermo Martínez iniciaba este relato. 
En los días sucesivos seis lectores lo completaron.
Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.

Me dirigí de impulso a la habitación y busqué entre las cajas aún sin desocupar una sábana que puse sobre su cuerpo. Desde el sillón me detuve a observar su cara y de repente algo que no había visto al principio se tornó familiar. Un inconfundible lunar en la mejilla me hizo recordar a quien por varios años fuera mi compañera de clase. Miles de minutos desde un pupitre lateral estuve dedicado a estudiar el perfil de quien hoy me veía forzado a reconocer en la forma idéntica de un lóbulo, un pómulo redondo, una firmeza en la nariz y ese mismo lunar que fueron desde siempre más que un deseo de adolescencia.

Cadáver exquisito en El País, España

Guillermo Martínez, ganador del I Premio de Cuento García Márquez, comienza esta serie de relatos de verano e invita a los lectores a continuar esta inquietante historia.

Un cadáver exigente
  Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto  cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.